lunes, 28 de octubre de 2019

Gachas dulces



Ingredientes:
- 300 ml de leche.
- 37 gr de harina.
- 20 gr de azúcar.
- 20 gr de miel.
- 1 gr de anís en grano.
- Pan.
- Aceite de oliva virgen extra.
- Anis (opcional).
Elaboración:
   Lo primero que debes haces es freír el pan en una sartén, para hacer los tostones. Una vez fritos, se pasan a un plato con papel absorvente para que recoja el exceso de grasa. Reservar.
   Pon en una olla un chorro de aceite y echa el anís en grano para que suelte todos sus aromas. Una vez hecho, añade la harina y tuesta con cuidado de que no se queme. Cuando esté verás que ha cambiado de color.
   Añade la leche que previamente debes haber calentado y ve moviendo con unas varillas para que no se formen grumos, tal y como si estuvieras haciendo una bechamel (que realmente es lo que son las gachas, aunque en este caso son dulces).
   Una vez incorporada toda la leche pon el azúcar y la miel (en este momento es cuando, si es lo que quieres, se añade el chorrito de anís). Sigue moviendo con ayuda de unas varillas hasta que llegue al espesor deseado, pero siempre al mínimo y con cuidado de que no se te agarre al fondo.
   Una vez listas sírvelas en un cuenco, plato o recipiente que te guste y sirve acompañadas de los tostones y de un poco de canela espolvoreada.
   Si te gusta mezclar diferentes texturas te animo a que una vez servidas añadas un chorrito de leche fría, pero ojo, eso no es lo más común.

Notas:
   Empecemos con los ingredientes, os pongo foto de todos, para que podáis ver en una imagen las cantidades, que siempre ayuda si no se tiene un peso a mano.


   Como podéis ver, son ingredientes muy de andar por casa, pero es lo que tienen las recetas tradicionales.


   El pan solo necesita que no sea de ese día para que no se desmigue mucho al echarlo en la sartén. Recordemos que estas recetas son una forma de aprovechar ingredientes que nunca se tiraban y en este caso es el pan.


   Sí os digo que tengáis cuidado con quemar el pan, que el otro día estuve yo a punto de tener que parar el plan de hacer las gachas porque casi lo achicharro, pero bueno, al final pude salvarlo. Cierto, en las dos fotos se puede ver que no lo frío en una sartén inundada de aceite, pero es que tampoco creo que sea necesario, eso sí, vosotros podéis poner el aceite que consideréis necesario.


   Una vez frito, como digo más arriba lo suyo es que se ponga sobre un papel para que se quede con el exceso de grasa y no le metamos tanta pringue al cuerpo, ¿no?


   Pongo esta foto para que veais que no pongo tampoco mucho aceite en las gachas. A ver, se puede poner más y cierto es que van a quedar más suaves, pero eso lo dejo solamente para cuando hago una bechamel para hacer algo salado, que ahí sí me gusta que quede muy fina.


   En esta foto podéis ver que en el recuadro pongo una imagen de una "tbsp" enrasada con harina. Los 37 gr son cinco cucharadas siendo una de ellas un poco desmenguada. Ni qué decir tiene que la harina es algo que podéis ajustar al gusto de espesor que prefiráis pero, para mí, las gachas siempre fueron un plato espeso y contundente.


    Y ese es el aspecto de la harina tostada. Es muy importante que se haga bien, ya que de lo contrario las gachas sabrían a harina cruda y eso no lo queremos en ningún momento.



   Una vez añadida la leche, que repito, debe estar caliente (aunque sí os digo que cuando hago una bechamel salada siempre la hago con leche fría y queda escandalosamente buena y fina) y movido todo un poco, es cuando se añade la miel y el azúcar.
   También os comento que esta receta es un poco al gusto del consumidor, por lo que podéis poner más o menos azúcar según os guste. También se le puede quitar la miel, que sé que hay gente a la que no le gusta el sabor (algo incomprensible para mí).


   Y en esta foto se ve la textura final de las gachas antes de servir en el plato. Vuelvo a convertirme en "ajo" para repetir que este punto de espesor también se puede ponel al gusto. Y como he dicho en la elaboración, si os gusta podéis añadir un golpe de leche fría una vez servidas para ver qué os parece. Eso sí, jamás me pidáis que me coma unas gachas frías, el punto máximo al que llego es a comerlas templadas, si no es totalmente imposible, ya que al igual que con las gachas manchegas, en frío me parecen un engrudo.

Apuntes:
   Empiezo con algo muy importante, pedir disculpas por llevar tantísimo tiempo sin publicar en el blog y no me voy a inventar ninguna excusa, ha sido por dejadez absoluta. Alguna vez he intentado venir a publicar y al final he dicho, "anda ya, para una receta tan corta, ponla en Instagram" y allí que la he puesto (en el lateral del blog tenéis dos pestañas que os llevarán directos, una a Instagram y otra a la página de Facebook) . Imperdonable, la verdad, pero es que allí con una foto vas aviada... Aunque sí echo de menos esto, por lo que voy a centrarme (me suena que esto ya lo he dicho alguna vez que otra por aquí) e intentar poner recetillas más a menudo.

   Sé que muchos estáis pensando y preparando estos días postres de Halloween, pero reconozco que yo no soy de dedos de momia, ojos sangrantes, fantasmitas y esas cosas, que no digo que no me guste verlos por las redes (aunque satura un poco), yo soy de los postres de toda la vida, de los que hacían nuestras abuelas, como es el caso de las gachas dulces, uno de los postres más clásicos del día de Todos los Santos y que mis abuelas hacían con mimo y cariño.

   Por cierto, también os tengo que comentar que he vuelto a publicar en el canal de YouTube, que ya sabéis que tiene el mismo nombre que el blog, de hecho, esta receta se va a publicar a la vez escrita y en vídeo, por si queréis echarla un vistazo os dejo el enlace: Gachas de mi abuela

   Hay más vídeos nuevos subidos, como por ejemplo el rin-ran extremeño, el queso del pastor , la salsa remoulade , la serradura portuguesa y algunas más, que podéis ver en el canal de YouTube al que podéis ir directamente  pinchando aquí., ... en fin, algunas recetas que están ya publicadas en el blog desde hace mucho tiempo y otras que no están aquí aún, pero que subiré, ya que hay gente que prefiere leer a ver vídeos. He pensado que no estaría mal publicar a la vez en los dos sitios si se trata de una receta nueva.
   Por cierto, PIDO DISCULPAS por las fotos de esta entrada, ya que no son fotografías hechas con la cámara, sino que son fotogramas del vídeo, de ahí la calidad., pero es que pensé tarde que podría poner la receta aquí también, por lo que otro día que la prepare hago fotos en condiciones y listo.

Dicho todo esto, me despido por hoy, que ya bastante he dado el tostón no sin antes preguntar si os gustaría ver alguna receta en vídeo o bueno, también publicada por aquí si no está ya o si es de esas que se os resisten.

Nos vemos en unos días... ¡Feliz semana a todos!





domingo, 16 de diciembre de 2018

Albóndigas estilo vietnamita


Ingredientes:
- 500 gr de carne de ternera picada.
- 90 gr de cebolla picada en brounise.
- 4 ajos (15 gr) cortados muy pequeños.
- 8 gr de cilantro fresco muy picado.
- 12 gr de jengibre picado.
- 20 ml de salsa de pescado.
- 8 ml de miel.
- 30 ml de aceite.
- 1 chile thai (opcional).
Para la salsa:
- 75 gr de salsa Hoisin.
- 30 ml de salsa de soja.
- 30 ml de agua.
- 15 ml de salsa de pescado.
- 1 chile thai (opcional).
Elaboración:
   Mezcla muy bien todos los ingredientes de la primera lista en un bol y deja reposar una media hora en el frigorífico para que se integren todos los sabores.
   Mientras que reposa esa mezcla, ve preparando la salsa. Para ello debes mezclar en un cuenco todos los ingredientes de la segunda lista, moviendo bien para que se una todo perfectamente.
   Pasado ese siempo forma las albóndigas (lo más cómodo para eso es aceitar un poco las manos) y fríelas en una sartén con un poco de aceite (dependiendo del tamaño así tardarán en hacerse). Según las vayas friendo, lo mejor es que las pongas sobre papel absorbente para que recoja el exceso de aceite.
   Una vez que están todas fritas, sirvelas junto con la salsa (puedes echarla por encima o dejarla en el bol para que cada uno se ponga la cantidad que le apetezca) acompañadas de arroz (pinchando aquí veréis como lo preparo) y tomate fresco.

Notas:
   Como siempre vamos a las dudas que pudiera haber (ya sabéis que si tenéis alguna que no explico aquí, me lo preguntáis en los comentarios o lo que es más rápido, por redes sociales, ya sea en la página del blog de Facebook o en mi cuenta personal de Instagram, de las que hay enlace en el lateral).


   Realmente esta foto es para que se vea lo que abultan 8 gr de cilantro, por si no tenéis un peso en casa y no queréis molestar al frutero. Con el jengibre para tres cuartos de lo mismo, que sirve el volumen. Otra cosa a comentar es que aunque esta vez se vea en la foto el chile thai, no siempre lo tengo en casa y por lo tanto, no siempre lo pongo. Y ojo, muy importante, en la foto está la cebolla entera y no los 90 gr, por lo que eso no vale como orientación.


   Lo que suelo hacer en este tipo de recetas es que en vez de picar mucho los ajos a cuchillo, los meto en el prensador de ajos y listo. La diferencia de hacerlo así a cortarlos de forma tradicional es que de esta forma queda la preparación más aromática (de ahí que no siempre sea recomendable usar esta herramienta).



   Cierto es que yo no suelo ensuciar ninguna máquina para mezclar esto muy bien, pero como digo, se puede hacer con la "infernal" o cualquier otro procasador o robot de cocina que tengáis a mano. Por cierto, no está de más decir que si las albóndigas se van a hacer el bocado, cuanto más pequeña se pique la cebolla, mejor.



   ¿Veis? Realmente mezclado a mano queda perfecto. El tiempo de reposo en el frigorífico lo que hace, además de hacer que todos los sabores se unan, es que la masa coja un poco de cuerpo para que nos resulte más sencillo formar las albóndigas.


   La salsa no tiene mucho misterio, solo decir que sin el chile queda perfecto. Eso sí, una cosita, yo suelo poner la salsa para que cada uno se sirva al gusto, menos cuando las hago en plan aperitivo, que entonces lo monto yo todo. Y otra cosa, también está la opción de una vez fritas las albóndigas, poner la salsa en una sartén, calentar y dejar cocer dentro las bichillas un rato para que caramelice.


   Esta foto es para que se pueda ver el tamaño de las albóndigas. Como siempre, quitando las que hago rellenas en la olla lenta (pinchando aquí os llevará a esa receta), las hago del bocado, ya que me resulta bastante más cómodo a la hora de comer, sin contar con que al ser enanas se hacen por dentro perfectamente.


 Esta foto es para que se vea el aceite que uso, aunque reconozco que otras veces pongo menos, ya que como digo, al ser pequeñas se hacen en nada y sin necesidad de usar mucha grasa.


   Cuando están así por fuera y con el tamaño que las hago es que están ya listas y van de cabeza al papel para retirar el exceso de grasa (es algo que siempre hago incluso cuando uso un "flus" de aceite).


   A ver, ahora llega el momento salsas en las que alguien puede decir eso de "jo, pues ya no puedo hacer la receta, puesto que no encuentro eso en mi barrio"... ¡INTERNET! jejejeje.
   La salsa Hoisin es salada, oscura, espesa, ... Está muy rica y sería como la barbacoa aquí, una salsa que vale para todo. Para los rollitos de primavera, para un Pho, para el pato pekinés y mil usos más.


   Y estas dos son, por un lado la salsa de soja clara (izquierda) y la salsa de pescado (derecha). Las tres no faltan nunca en casa.
   Como digo, no es excusa dejar de hacer esta o cualquier otra receta de corte oriental si no tenéis en este momento estas salsas en casa. Si vivís en Madrid hay mil tiendas donde comprar todo esto, aunque mi favorita es la que hay en la calle Leganitos (entrando por la parte de Plaza de España está a mano derecha), también se puede encontrar en el super de la Plaza de los Mostenses, en los de la zona de Usera, en General Margallo... En Sevilla en la tienda de productos orientales de la calle Aponte seguro que la tienen, en Málaga había un super llamado "Delicias Orientales" en la Explanada de la Estación y así podría seguir un rato largo. Y por internet por ejemplo en Amazon, en El Corte Inglés, en web especializadas en alimentación oriental.

Apuntes:
   La verdad es que esta receta debía llevar publicada desde hace una semana, pero entre unas cosas y otras, no me ha dado. La semana pasada estuve en el pueblo, ya que a madre se le antojó ir a Zafra a por unos olivos (si mi abuela levantase la cabeza y viera a su hija con estas cosas...), por lo que cogí el coche, me fui al pueblo y a Zafra que nos fuimos a por los arbolillos, aunque más que arbolillos son ramas de lo chicos que son (tienen un año).


   Ya hay tres plantados. Miguel dice que si le prenden esos olivos a madre, que se encarga personalmente de levantarle un monumento. En principio se iba a esperar a ponerlos todos en marzo, pero ella ha querido probar a poner tres ahora.


   Y sé que es época de enseñar grullas en el blog, pero el otro día estuve a punto de estampar la cámara de fotos contra un chaparro (del que por cierto cogí unas bellotas riquísimas), hasta que me relajé y eché la culpa de la porquería de fotos a la parte de la cámara culpable: ¡el objetivo!.


   Es una faena (pondría putada, pero esto lo lee madre y me regaña), pero ese día que fuimos a plantar los olivos me llevé un objetivo que me ha dejado un amigo (si me lo ha dejado es por algo) puesto en la cámara. Lo hice por tener un buen alcance, pero claro, para fotos con trípode, guay, para pulsos buenos, guay, para acordarte cuando haces la foto de que el objetivo no tiene estabilizador, guay, pero si no cumple ninguno de los requisitos anteriores pasa lo que pasa y es que el buitre sale que da auténtica pena. La verdad es que con el mío me apaño muy bien y por eso he dejado el prestado en el pueblo, paso de tenerlo haciendo bulto en Madrid cuando no lo voy a usar. NO, no lo voy a usar, ya os lo aseguro. Lo tengo desde agosto y es la segunda vez que lo cojo y no creo que lo saque del cajón más. La pena es que hasta agosto del año que viene no se lo puedo devolver. Bueno, creo que tal vez lo saque una vez más y es que tengo una foto pendiente, aunque primero tengo que ver como la planteo, pero como es en el pueblo,  allí se queda.
   En fin, me desquitaré otro día, ya que como he dicho muchas veces, mi pueblo bonito no es (ojo, eso lo puedo decir yo, pero vosotros no oséis a decirlo, que os muerdo), pero está situado en un paraiso natural y es raro el día que sales al campo y disfrutas de mil pajarracos maravillosos.

   Con respecto a las albóndigas espero, como con cada receta que subo, que os animéis a prepararla en casa. Como podéis haber comprobado, no es nada complicada y además, puede hacerse en plan comida formal o también queda genial para ponerlo en plan aperitivo cuando se sientan unos pocos a la mesa (estos días que llegan se suelen prestar a ello). No me entretengo más por hoy, que es domingo y tengo que ver una opción de la cámara de fotos para intentar hacer una cosa.

   Nos vemos en unos días... ¡Feliz semana a todos!


Cómo cocer arroz Basmati.


Ingredientes:
- Arroz Basmati.
- Agua.
- Aceite.
- Sal.
Elaboración:
   No pongo cantidades en peso ya que esta vez es volumen. Evidentemente el aceite, la sal y el agua dependerán del arroz que se vaya a cocer. El aceite no es mucho, por ejemplo, para 100 gr de arroz sería como una cucharada (15 ml), la sal va al gusto, pero el agua tiene una medida con respecto al arroz:
   Para una parte de arroz se pondrá 1 parte más 2/3 de agua.
   Enjuaga el arroz muy bien en un colador o similar hasta que el agua salga limpia (si vas dando con la mano se hará mucho antes y así ahorramos en agua).
   Una vez enjuagado (no tiene que estar escurrido del todo), pon un chorro pequeño de aceite en una olla (la cantidad depende siempre del arroz que se vaya a cocer) y cuando coja temperatura añade el arroz, un poco de sal y mueve con una cuchara durante un par de minutos, siempre con cuidado de no quemarlo.
   Añade el agua y deja cocer a fuego medio/alto hasta que el arroz esté al nivel del agua. En ese momento pon el fuego al mínimo, tapa bien y deja cocer 8 minutos. Pasado ese tiempo, destapa, comprueba que está bien hecho y si ves que le falta, vuelve a tapar y deja otro minuto más.
   El arroz así cocido sirve para usarlo en el momento como guarnición o para enfriar (en ese caso lo mejor es que lo eches en una fuente bien extendido para que enfríe cuanto antes) y usarlo después en ensaladas o en un arroz frito.

Notas:
   La verdad es que se hace muy rápido este tipo de arroz. Yo siempre lo hago así tanto para usarlo como guarnición o acompañamiento de algunos platos, como para hacer arroz frito, ya que este tipo de cocción hace que quede muy suelto una vez que enfría. Y en serio que de un día para otro queda perfecto para eso. 


   En esta foto se ve el arroz una vez que lo he salteado, no tiene mucho misterio, pero es para que se vea que no hay que dorarlo, es solo dar unas vueltas.


   Ese es el momento en el que digo que hay que poner al mínimo, tapar y contabilizar el tiempo, justo cuando el arroz está al ras con el agua.


   Y una vez pasado el tiempo, airea un poco para comprobar que esté bien hecho. Si es así, sirve y si ves que le falta, vuelve a tapar y deja otro minutillo.

Apuntes:
    Lo primero que comento es que tenéis el vídeo de como hacer este arroz en el canal de YouTube y pinchado aquí (sí, aquí)  os llevará directos al él.
   Y antes de seguir os digo que odio fotografiar arroz, tal vez algún año de estos le coja el punto y me salga una foto decente, pero mientras tanto, con estas se queda la entrada (la de la portada y la que voy a poner ahora son fotos que llevan hechas desde 2016 y que me he encontrado en la carpeta de la que se suponía que iba a ser la copia de seguridad de la entrada en hoy he decidido hacer).


   Y es que realmente esto ha salido de otra receta. Estaba con las "Notas" de las albóndigas vietnamitas y cuando iba a explicar como cuezo el arroz Basmati (lo hice hace mucho en Instagram, pero desde aquel día he cambiado la cantidad de agua, ya que en aquellos entonces ponía 1 parte más 3/4 partes y ahora pongo algo menos, como habéis podido leer en la elaboración. En fin, que todo esto me ha llevado al descubrimiento de la carpeta esa de la que hablo.
   He pensado que en vez de hacerlo ahí, lo mejor era crear una entrada propia y así, cuando en las recetas que suba más adelante sea una opción este tipo de arroz, en vez de volver a explicar, enlazo directamente con esto y listo.

   Poco más que contar por aquí, vuelvo a la entrada de las albóndigas, que la he dejado colgada para hacer esto en un momentillo.

   Nos vemos en unos días... ¡Feliz semana a todos!

jueves, 29 de noviembre de 2018

Pastel de chocolate Texas


Ingredientes:
- 230 gr de harina de repostería.
- 400 gr de azúcar.
- 1/4 tsp. de sal.
- 225 gr de mantequilla.
- 45 gr de cacao.
- 240 gr de agua hirviendo.
- 120 ml de buttermilk.
- 2 huevos M.
- 1 tsp. de bicarbonato.
- 1 tsp de vainilla.
Para el frosting:
- 200 gr de mantequilla.
- 45 gr de cacao sin azúcar.
90 gr de leche.
- 1 tsp de vainilla.
- 400 gr de azúcar glas.
- 50 gr de nueces sin cáscara.
Elaboración:
   En un cuenco grande pon la harina, el azúcar y la sal, mezclando todo muy bien y reserva. También es aconsejable que prepares el molde antes y que enciendas el horno a 175º C. 
   En un cazo derrite la mantequilla, añade el cacao, mezcla bien y añade el agua hirviendo, moviendo y dejando que cueza a fuego no muy fuerte unos 30 segundos. Vierte en la mezcla que tenías reservada de harina y mueve bien para que se mezcle todo y de paso se enfríe un poco la mezcla.
   En un bol pon el buttermilk, añade los dos huevos batidos, la vainilla y el bicarbonato, moviéndolo bien y mezcla con todo lo anterior. Ponlo en el molde que tienes preparado y hornea unos 20 minutos a 175º C.
   Mientras, prepara el frosting derritiendo la mantequilla en un cazo al fuego. Cuando esté, añade el cacao y deja cocer con cuidado otros 30 segundos. Aparta del fuego y añade la leche, la vainilla y el azúcar glas, mezclando todo muy bien. Cuando lo tengas, incorpora las nueces picadas y vuelve a mezclar.
   En ese tiempo debería estar listo la torta de chocolate. Saca del horno y vierte el frosting por encima antes de que enfríe. Deja que se cuaje la superficie y estará lista para servir.

Notas:
   Como se puede ver, esta torta de chocolate es muy sencilla de hacer, solo hace falta un poco de organización y ahora paso a explicar la forma que tengo de hacerlo yo con unas fotos (para variar).


   Cuando hago este pastel, comienzo preparando todos los ingredientes del frosting o crema que va por encima, así después voy directa, ya que el tiempo de horneado es corto. Lo pongo en una bandeja o lo que tenga más a mano para poder moverlo de sitio con comodidad y que no moleste.


    Por cierto, una cosa antes de que se me olvide, con nueces del país o nueces de California está muy rico, pero con nueces pecanas es delicioso. También decir que si no se quieren poner nueces, se quitan del medio y listo (que igual tenéis  algún alégico a ese fruto seco en la familia y sería una pena que se quedase sin probarlo).


     No tengo buttermilk... No es excusa para no preparar la receta de hoy, ya que en casa se prepara en un abrir y cerrar de ojos. En un vaso mezcla 120 ml de leche y 7 gr de zumo de limón, deja que repose unos 10 minutos y listo. Y sí, ya sabéis que siempre tengo limón congelado para cuando lo necesito.


   Como se puede ver, la leche es como si se cortase por el ácido del limón. Llegados a este punto decir que también se puede hacer cambiando el zumo de limón por vinagre.


   Sigamos... Una vez que tenéis el buttermilk listo, se preparan el resto de ingredientes que irán a esa mezcla para, de nuevo, tenerlo todo organizado. Y al rincón para que no molesten.


   Evidentemente no tiene ningún misterio el mezclar harina, azúcar y sal, pero la foto es para que veáis la cantidad de sal necesaria, por si todavía no habéis comprado las tazas y cucharas medidoras. Y como se ve, ya estamos metidos en faena y hemos empezado a preparar el pastel.


   Cuando la mantequilla está derretida se añade el cacao sin azúcar. Lo hay de varias marcas, podéis elegir el que más rabia os dé. El de Valor, Hershey's, ... Yo suelo tener el que venden en Mercadona, que es de la marca Valor, por una cuestión de que es el super que tengo más a mano. Y una vez que se ha disuelto, se añade el agua hirviendo, lo que ayudará a que el cacao se deshaga bien y de paso, potenciar el sabor.


   ¿Y cuánto son 45 gr de cacao? Pues son cuatro cucharadas colmadas, como se puede ver en la foto (esas me las regaló mi queridísima "Copito" y para mí son muy especiales por como fue ese momento regalo en plena calle Valverde.


   Mientras que el cacao, la mantequilla y el agua cuecen esos 30 segundos, añado en el vaso el huevo batido.


   Y también incorporo la pasta de vainilla, que al igual que el cacao, puede ser de la marca que mejor os venga. Ya hay muchos sitios donde la venden, por lo que no es difícil de encontrar. Ni qué decir tiene que también se le pueden incorporar las semillas de una vaina de vainilla, como siempre eso depende de vosotros. Sigamos...


   Bien, una vez pasados esos 30 segundos en los que hemos estado cociendo la mezcla de cacao, mantequilla y agua (siempre con mesura, para que no se nos queme), se añade a la mezcla de harina, azúcar y sal.


   Y se une todo muy bien, haciendo que la masa temple un poco. Eso hará que después quede mucho más jugoso y que los sabores sean más potentes.


   Una vez que está listo el paso anterior, se incorpora al buttermilk el bicarbonato (recordad que ya teníamos dentro los huevos y la vainilla). Puede que alguno se pregunte cuál es el motivo de hacerlo tan a última hora, ¿verdad? Pues es muy simple, a diferencia del impulsor químico (el Royal de toda la vida) que se activa con el calor, el bicarbonato empieza a activarse con el contacto con líquidos, o símplemente con la humedad de la masa, de ahí que se ponga casi en el momento de llevar al horno. También contesto aquí a la posible pregunta del motivo por el que se usa bicarbonato en esta receta y no el impulsor químico "Royal". Pues bien, cuando el dulce que sea en cuestión lleva algo ácido, se le pone bicarbonato para neutralizar esa acidez (que por cierto, eso también hace que se active). Ya está, podría enrollarme más, pero pa qué.


   Cuando hemos mezclado todo bien, incorporamos a todo lo anterior, que ya debe haber enfriado (veréis que se hace todo bien con una cuchara, no hacen falta máquinas que batan ni cosas por el estilo) y se unifica de nuevo todo muy bien.


   No os asustéis, ya que la masa queda bastante líquida, pero eso ayudará a que se extienda bien por todo el molde.


   Cuando tenemos todo muy bien mezclado, es el momento de poner en el molde que irá al horno. Aunque no es necesario, ya que esta torta no se desmolda entera, si no que se va partiendo en trozos para servir, a mi me gusta poner papel en la bandeja que, como se ve en la foto, es grande. Yo utilizo una de 43x33 cm más o menos. La altura no es problema, con que tenga unos dos centímetros y medio debe ir sobrado (la mía tiene 4). Tampoco es excusa para no hacerlo, ya que el molde se puede comprar por internet o incluso en los típicos bazares chinos. Y no hay que gastarse un dineral,  que esta mía me costó la friolera de 5 euros hace ya mucho y sigue como nueva, por eso no me animo nunca a comprar las de Nordic Ware (aquí enlace). Soy, desde hace tiempo, de la peña "compra solo lo que necesites y no seas ansias". En fin, sigo... Recordad extender bien la masa y no os asustéis, ya hemos dicho que es una torta y que queda fina. Como ya está dicho más arriba no repetiré que la temperatura son 175ºC y que el tiempo son unos 20 minutos (JA). Pero vigilad, que cada horno es un mundo. La torta debe salir bien cocida y al introducir un palillo debe salir seco.


   Es el momento de recuperar la bandeja en la que tenemos todos los ingredientes de lo que cubrirá esa torta (aunque parezca que ha pasado mucho tiempo, esta receta se hace rápido, pero es que yo me enrollo muchooooooooo). Bien, una vez que tenemos derretida la mantequilla, incorporamos el cacao, mezclamos bien y dejamos cocer unos 30 segundos, con cuidado de no quemarlo (no, no estáis teniendo un déjà vu, es que el paso es similar a uno comentado anteriormente, jejeje). Pasados esos 30 segundos, se aparta del fuego.


   Se añade la leche y la vainilla mezclando bien.


   Y se incorpora el azúcar glas (yo suelo tamizarlo antes, aunque no es necesario), mezclando todo muy bien para que se deshaga y no queden grumitos.


   Este paso, como comenté más arriba, es totalmente opcional y es el momento de añadir las nueces. Si lo hacéis, mezcladlas bien. Más o menos en este tiempo el bizcocho debe estar casi a punto.


   Justo al sacarlo del horno es cuando hay que echar el frosting por encima. Con tanta foto y no hice una cuando lo saqué del horno... Pa matarme, la verdad. El calor del bizcocho hará que se deslice bien por toda la superficie, pero si veis que no llega a los bordes, con ayuda de una espátula, cuchara, cuchillo o lo que tengáis a mano, ayudáis un poco.


   Y ya no pongo más fotos en las notas de esta receta, ¡lo prometo! Solo esta, para que veáis que el secreto de poner por encima la crema con el bizcocho caliente hace que se empape y quede jugoso. Os lo prometo, es pecaminoso. Por cierto, nada de frigorífico, que esto es para comerlo templado o a temperatura ambiente.

Apuntes:
   Ni qué decir tiene que con el rollo que he metido hoy, aquí no os voy a seguir castigando, juaaaaasss...
   Solo comentar alguna curiosidad sobre este pastel, cuyo nombre original es "Texas sheet pan", como que tiene ese nombre por el recipiente en el que se suele hornear. Es un clasico de la repostería de Estados Unidos y es normal, ya que es una delicia.
   Hay quien dice que el origen de esta receta está en el "German chocolate cake" (1852), que ojo, no es que sea un pastel de procedencia alemana, como muchos creen erróneamente, es que ese pastel lo creó Sam German y en la compañia de chocolates donde trabajaba lo llamaron el pastel de German en su honor (en inglés lleva el genitivo sajón o posesivo y con el tiempo se perdió, de ahí que exista ese error y muchos piensen que es un pastel alemán). En fin, que el nombre del pastel en cuestión nunca se debería traducir como "pastel alemán", sino como "pastel German", que ya sabemos que somos de traducir todo, pero por Dios, respetemos los apellidos.
   El caso, que por los años 30 del siglo pasado se empezó a gestar una variante con una capa en vez de tres y con el tiempo se le empezó a poner nueces en el glaseado. Vamos, que por 1970 ya lucía esta deliciosa torta con todo su esplendor. Y ahora disfrutamos de varios pasteles diferentes, que es lo maravilloso de la cocina. Por cierto, otro día os pongo otro pastel de chocolate bastante famoso por esos lares, pero cuando se me pase el empacho de este, que sí, como habéis podido ver, ligero no es que sea precisamente. Lo siguiente es algo salado y así sigo  publicando recetas pendientes, que ya me vale...


Nos vemos en unos días... ¡Feliz semana a todos!